Este curso se propone el estudio de una serie acotada de proyectos artísticos latinoamericanos de las últimas décadas. Algunos de esos proyectos son producciones artísticas, obras de teatro, instalaciones, performances; otros son proyectos culturales que involucraron la gestión de un museo de arte durante un gobierno revolucionario o de una galería de arte durante los años noventa; otros, finalmente, son proyectos más difusos, la transformación de una vivienda privada en una instalación comunitaria que nunca tuvo carácter de tal, la apertura de un bar nocturno donde también funciona un set de filmación y una peluquería, el diseño de indumentaria y la organización de desfiles sin otro fin que el habitar el espacio de la pasarela. Los proyectos son genéricamente disimiles y acontecen en Chile, Argentina, Brasil y Perú. Su cronología va desde 1972 y continúa hasta el presente. Estos proyectos, que pertenecen a Mário Pedrosa, Hélio Oiticica, Julio Grinblatt, Sergio de Loof, Jorge Gumier Maier, Giuseppe Campuzano, Vivi Tellas, Dani Zelko, Paulo Nazareth, Ana Gallardo, y Fabulous Nobodies (Roberto Jacoby y Kiwi Sainz), buscaron de maneras diversas crear con otres, conocerles o convocarles para construir nuevas gramáticas sociales y subjetivas. Son, todos ellos, y así se pensarán, laboratorios experimentales que ensayan formas de vida, que hacen resonar debates sociales y/o los proponen: vivir la vida como obra de arte, practicar una afectividad queer, escuchar lo que tienen para decir les migrantes, los pueblos originarios, alertar contra los estigmas de la pandemia del sida, releer una historia en clave travesti como modo de reescribir una historia oficial blanca y heteronormativa. Pero si se disloca un poco la mirada, en estos proyectos también se podrá ver que allí se dirimen algunas encrucijadas estéticas centrales para el presente: el testeo de la potencia política de las artes y sus instituciones, los fantasmas, y sus posibles conjuraciones, de la manipulación del subalterno, la búsqueda de marginalidad absoluta o por el contrario el entrismo institucional, o los nuevos regímenes de identificación de un arte expandido y desfondado en lo social.
La heterogeneidad de los proyectos a recorrer resulta evidente. Hay, sin embargo, una conexión que construye una trama a lo largo del tiempo por sobre las diferencias. En todos ellos se puede escuchar el despliegue de algún tipo de conversación. En ciertos proyectos esa conversación es literal, para producir sus biodramas, por ejemplo, Vivi Tellas conversa con las personas que lo van a protagonizar, y lo mismo hace Paulo Nazareth durante sus recorridos por Latinoamérica en su proyecto Noticias de América. La conversación en la que se está pensando, la que se puede escuchar, excede el intercambio de palabras y apunta también a la construcción y generación de situaciones de contacto e intercambio que pueden adquirir diferentes formas: la conversación propiamente dicha en su sentido más literal como en los biodramas mencionados, la escucha como en el proyecto Reunión de Dani Zelko, el juego o el contacto entre cuerpos tal como fue practicado en el bar Bolivia regenteado por Sergio de Loof. Estos proyectos buscaron generar lo que se denominará como conversaciones expandidas, que funcionan procedimientos performativos para que emerjan teatralizaciones de vidas colectivas o singulares.
Es posible acordar con Erika Fischer Lichte que a partir de los años sesenta se percibe en las artes un impulso performativo que hace que las obras dejen de entenderse como representaciones de otro mundo que les espectadores observan, interpretan y comprenden, y que comiencen a concebirse como una relación singular y situada entre actores y espectadores. Si el sueño vanguardista de estetizar la vida no pudo concretarse, el impulso performativo parece clavar una estaca en la idea de autonomía estética, como si fuera la vida la que ingresara al arte. Renato Cohen, en su libro Performance como linguagem y en referencia a John Cage hablará de un “arte no intencional”, haciendo foco precisamente en la idea de lo aleatorio, de lo casual como modo de romper el carácter orgánico de la obra y como forma de introyectar en ella un afuera no estético. Los proyectos a visitar se encuentran inscriptos en este impulso. Sin embargo, también exhiben ostensiblemente sus procesos de construcción. Artistas, gestorxs o curadorxs funcionan como maestrxs de ceremonias que abren la escena y demarcan el campo para que allí se produzca una experiencia. Por ello, el seminario propone que el impulso performativo se articula siempre con un trabajo de formalización. En sentido estricto no hay sinceridad ni testimonio directo en los proyectos que propone el docente pero tampoco constituyen una pura representación. Fundan protocolos, ensayos y pruebas, como si estuvieran en un laboratorio, para que algo del orden de la verdad de la situación destile allí: un conjunto de palabras, un gesto, una imagen, un cuerpo danzante, en movimiento.
En algunos de estos proyectos, la institución –el museo, la galería de arte, la sala de teatro- busca ser repensada para habitarla de otros modos. Más que disolverla, más que negarla en un gesto vanguardista, se la asedia en sus límites, se la reinventa o simplemente se la usa como una instancia más. Por ello, en algunos casos es posible hablar de prácticas u obras en tránsito, porque su vida ni comienza ni termina en la sala de un museo pero es capaz de habitarla. En otros casos, como apunta Hal Foster para pensar el arte de las neovanguardias, “los artistas ya no proponen ni una negación abstracta del arte ni una reconciliación romántica con la vida, sino un continuo examen de las convenciones de ambos” que encuentra en la institución el sitio apropiado. La inclusión de la institución resulta crucial para sortear la ilusión de una pura presencia de esas historias personales, de esos lazos comunitarios, para desterrar la idea de la institución como un simple espacio neutro o un recipiente insípido que se limitara a alojar un conjunto de obras.
Los proyectos a recorrer se montan en las instituciones y producen transformaciones sobre ellas o permiten relecturas críticas de sus paradigmas históricos, de sus modalidades de clasificación y jerarquización de lo que han exhibido y mostrado. O, por el contrario, son las instituciones las que les construyen un adecuado régimen de visibilidad, las que producen un proceso de reauratización y descontingencia.
El programa tendrá en cuenta tres ejes, que abordará de modo simultaneo:
1) Un eje histórico en el cual un conjunto de experiencias participativas funcionó como respuesta a una serie de encrucijadas estético-políticas latinoamericanas. Esas encrucijadas construirán una línea temporal cronológica compuesta del siguiente modo: el horizonte revolucionario de los años sesenta, el advenimiento de las dictaduras en esa misma década, la lenta salida de los procesos dictatoriales y nuestro presente surcado de nuevos activismos como feminismos, movimientos LGTBQ+, migrantes, antirracismos.
2) Un eje institucional que observa la relación, en algunos casos problemática, en otros de uso y reformulación, que esas experiencias traban con las instituciones que las albergan o las leen. Las diferencias entre un proyecto de museo como el de la Solidaridad y el Museo Travesti, la llegada al museo de la producción de Loof, el trabajo sobre el espacio escénico y sobre el circuito teatral porteño de Vivi Tellas, la invención de una editorial y sus canales de distribución de Dani Zelko, serán algunos de los casos a tratar.
3) Un eje estético que se pregunta por los estatutos artísticos de los proyectos presentados, por el tipo de arte que allí se procesa, y por su relación con el afuera, con lo que no es arte, con la vida cotidiana. ¿Se trata de experiencias que funcionan como laboratorios que necesariamente deben trascender sus fronteras para instalarse en el seno de la vida? ¿Vienen a explicar las injusticias que de todos modos ya conocidos? ¿O se trata de experiencias que cultivan lo disensual, lo incierto, la discordia y la distancia? Interrogantes que serán planteados en el marco de una crisis irreversible de los fundamentos de lo que era definido como arte.