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¡Buen día, te amo!

Es 2022, un palacio visita y vive un tiempo en un museo-escuela

Esta exhibición está inspirada y dedicada a lxs niñxs. Más cerca de la tierra se respira y se observa mejor.

Tantas veces me he preguntado, ¿cómo hacen lxs niñxs para ver las obras en los museos si se cuelgan para un metro sesenta y cinco imaginario? Dice Feda Baeza “lxs niñxs son una mayoría oprimida, no hay registros de ellxs en las historias del arte”. Estas frases dichas en nuestros primeros encuentros quedaron sonando.

Una artista-curadora puede fantasear con que las más de cien obras que ha elegido para la muestra las ha hecho ella. De esa complejidad alegre se trata el arte. Una empatía hacia las obras ha sido una guía férrea. Las anécdotas sobre los itinerarios de una obra aceptada o rechazada, curiosidades en las bien guardadas “carpetas de artistas'”, secretos detrás de los soportes de las obras dieron espesor y comunidad a este conjunto. Así como la creencia del poder de las imágenes y su terapéutica. Una terapéutica para quien mira, para quien hace, para quien contagia, para quien toca, para quien escucha, para quien aprende. Tenemos un sueño en esta otra realidad: el virtuosismo es ser una misma. Cómo caminan lxs niñxs los museos. Cómo miran el arte, si ellos no tienen escaleras. Dedicarle esta muestra a lxs niñxs a través de un montaje amable con su estatura. Cuadros y volúmenes instalados bien bajos, mesas de apoyo, almohadones y dispositivos caballetes. Estamos aprendiendo a ser amables con el planeta, reciclando materiales y pidiendo prestado: educación para la sustentabilidad.

Buen día, te amo muestra arte con capacidades narrativas, sinestésicas, documentales, mudas, contradictorias, permeables a los relatos, elude las representaciones únicas de estilo o época. Son viñetas armando un caprichoso cómic extenso, reuniendo saberes entre contextos y siglos. Nos detuvimos en las capacidades teatrales que tiene el dibujo, la pintura, el grabado, la escultura. Cómo volverlas poema y movimiento. Cómo reinterpretarlas, esa posible traducción que hace el método de la copia. Las obras conversan entre sí, forman comunidades, ¿nosotrxs las percibimos? En esa tradición de diversidad nuestro país está conformado.

¿Escuchamos a lxs niñxs? ¿Cómo quieren a su kilómetro cuadrado, cómo arman su nube, cómo construyen las bellezas, cómo piensan con sus manos? Las narrativas se tocan convirtiéndose en otras materias, en otros líquidos, en otras palabras, y sonoramente llegan al concierto de una curaduría.

Me encuentro con dos patrimonios poderosos. Uno es el de un museo universitario que fue o es escuela, La Cárcova, cumpliendo cien años. La escuela de arte soñada: nombrada popularmente como el Paraíso. Se encuentra enclavada en un parque que a cada metro te da sorpresas, parece haber sido tomado por las plantas y los pájaros, los árboles, lxs estudiantes y lxs profesorxs. Una enciclopedia 3D de calcos en su mayoría de yeso, de lo que se ha dado en llamar la Historia Universal del Arte. Con gracia y fiel a cierta tradición argentina de formación enciclopédica de revistas de quioscos y copias de segunda mano.

El otro patrimonio es el del Palais de Glace - Palacio Nacional de las Artes, con 1111 obras despliega una relativa historia oficial del Arte Argentino, algo naturalmente capitalina, a través de distinciones, desde el año 1911 al presente. Mirar estos dos patrimonios atravesando una pandemia fue singular en un momento de marcada conciencia y llegada a los contextos, revisando las Historias del Arte Argentino.

Esto que estamos haciendo es posible gracias al enorme trabajo y entrega de los equipos de patrimonio, educación, documentación, restauración y producción de ambas instituciones.

Con quienes y adónde vamos, de dónde venimos, resultan preguntas con respuestas candentes. Pensamos a lxs niñxs con linternas que nos iluminan en las acciones y para eso hace falta escucharlxs. Llevemos con amor una estrella que nos guíe, aquel adagio que dice “lxs niñxs son lxs unicxs privilegiadxs”.


Claudia Del Río