En este día, los pueblos originarios de América Latina celebran esta costumbre ancestral de gratitud a la tierra a la que denominaron el 'día de la Pachamama' o 'día de la Madre Tierra'.
El Día de la Madre Tierra (Pachamama en quechua) se celebra particularmente en las comunidades alto andinas de Ecuador, Perú, Bolivia y Argentina. Esta tradición continúa desde tiempos ancestrales incas hasta la actualidad. Durante este día, en algunos pueblos se realiza la “Ceremonia de Pago” a la Pachamama (que representa la tierra o madre naturaleza), un ritual de agradecimiento por las cosechas, los recursos, el buen tiempo, los animales y la abundancia del suelo. Estas regiones se caracterizan por su profundo legado artístico y cultural proveniente de las culturas incaicas y pre-incaicas que se expresa en pinturas, fiestas, costumbres y tradiciones.
Pensar en esta fecha desde una perspectiva de género
A lo largo de la historia, el arte, la música, la poesía y la escultura construyeron sentidos y representaciones que equiparan la naturaleza o “Madre tierra” con concepciones ligadas a “lo femenino”.
Resulta interesante revisar en algunas líneas de reflexión la asimilación que se ha dado a lo largo de los tiempos, entre el cuerpo “femenino” y la naturaleza, con el afán de cuestionar algunas representaciones patriarcales vigentes en la sociedad actual. Muchas pensadoras ecofeministas señalan que existen importantes paralelos históricos, culturales y simbólicos entre la opresión y explotación de las mujeres y de la naturaleza.
Asociar mujer y naturaleza desde el sentido de la opresión puede traer aparejadas algunas significaciones problemáticas. Como por ejemplo, esencializar y naturalizar la violencia hacia las mujeres, así como el extractivismo de los recursos de la naturaleza para ser vendidos en el mercado mundial.
Pensar en las categorías mujer y naturaleza asentadas en un suelo histórico determinado, es decir, al interior de sistemas políticos y económicos desiguales de poder como el patriarcado, el capitalismo y el colonialismo, colaboran al momento de desencializar y desnaturalizar la opresión hacia las mujeres y el saqueo de los bienes comunes de la naturaleza a manos de los países ricos del primer mundo.
“No se nace mujer, se llega a serlo”
Simone de Beauvoir
Equiparar mujer y naturaleza conlleva además a la naturalización de las mujeres en términos biológicos, “ser mujer” en estos términos estaría definido por la genitalidad y no por la elección de la persona, excluyendo así a muchas mujeres por fuera del determinismo biológico.
Sumado a ello, las representaciones patriarcales asimilan “Madre Tierra” con la supuesta esencia materna de las mujeres cis. La Pachamama en términos de tierra fértil, que da alimentos y cobija a sus habitantes. Estos sentidos obstaculizan la reflexión acerca de la maternidad como institución y mandato, las mujeres no somos útero, como tampoco incubadoras destinadas a la procreación de la humanidad.
En este día, la Universidad convoca a seguir cuestionando las representaciones vigentes en la sociedad y en el mundo del arte, que naturalizan el ser “mujer” y esencializan “lo femenino”. Con la fuerte convicción que es posible y urgente construir sentidos críticos y reflexivos acerca de la Pachamama, tierra latinoamericana históricamente oprimida por el capitalismo y sobre las mujeres, no como una esencia dada sino como una construcción política y social.
La UNA reivindica la lucha de los pueblos originarios de Abya Yala, principalmente de las mujeres y niñas cuyos derechos y libertades han sido históricamente avasallados por los estados.
Hace eco del lema quechua de los pueblos originarios, Sumak Kaway (Buen vivir), para pensar que el “progreso” y el bienestar en América Latina necesariamente debe ser pensado alejado de los ideales liberales que impone el modo de producción capitalista. De la misma manera, el “Buen vivir” de las mujeres y disidencias debe ser pensado desde una mirada interseccional, que conjugue el género, la clase y la raza, y otras aristas que nos constituyen como sujetos.
Los sentidos que se construyen en el mundo artístico, no son inocentes ni banales, sino que son miradas políticas del mundo, ya sea para legitimar y naturalizar las desigualdades de género y sociales, o de modo contrario, el arte puede ser puente para construir sentidos críticos y liberadores acerca de la opresión hacia las mujeres latinoamericanas.
Datos de contacto
Secretaria de Igualdad, Derechos y Diversidad
rectorado.igualdad@una.edu.ar
Pensar en esta fecha desde una perspectiva de género
A lo largo de la historia, el arte, la música, la poesía y la escultura construyeron sentidos y representaciones que equiparan la naturaleza o “Madre tierra” con concepciones ligadas a “lo femenino”.
Resulta interesante revisar en algunas líneas de reflexión la asimilación que se ha dado a lo largo de los tiempos, entre el cuerpo “femenino” y la naturaleza, con el afán de cuestionar algunas representaciones patriarcales vigentes en la sociedad actual. Muchas pensadoras ecofeministas señalan que existen importantes paralelos históricos, culturales y simbólicos entre la opresión y explotación de las mujeres y de la naturaleza.
Asociar mujer y naturaleza desde el sentido de la opresión puede traer aparejadas algunas significaciones problemáticas. Como por ejemplo, esencializar y naturalizar la violencia hacia las mujeres, así como el extractivismo de los recursos de la naturaleza para ser vendidos en el mercado mundial.
Pensar en las categorías mujer y naturaleza asentadas en un suelo histórico determinado, es decir, al interior de sistemas políticos y económicos desiguales de poder como el patriarcado, el capitalismo y el colonialismo, colaboran al momento de desencializar y desnaturalizar la opresión hacia las mujeres y el saqueo de los bienes comunes de la naturaleza a manos de los países ricos del primer mundo.
“No se nace mujer, se llega a serlo”
Simone de Beauvoir
Equiparar mujer y naturaleza conlleva además a la naturalización de las mujeres en términos biológicos, “ser mujer” en estos términos estaría definido por la genitalidad y no por la elección de la persona, excluyendo así a muchas mujeres por fuera del determinismo biológico.
Sumado a ello, las representaciones patriarcales asimilan “Madre Tierra” con la supuesta esencia materna de las mujeres cis. La Pachamama en términos de tierra fértil, que da alimentos y cobija a sus habitantes. Estos sentidos obstaculizan la reflexión acerca de la maternidad como institución y mandato, las mujeres no somos útero, como tampoco incubadoras destinadas a la procreación de la humanidad.
En este día, la Universidad convoca a seguir cuestionando las representaciones vigentes en la sociedad y en el mundo del arte, que naturalizan el ser “mujer” y esencializan “lo femenino”. Con la fuerte convicción que es posible y urgente construir sentidos críticos y reflexivos acerca de la Pachamama, tierra latinoamericana históricamente oprimida por el capitalismo y sobre las mujeres, no como una esencia dada sino como una construcción política y social.
La UNA reivindica la lucha de los pueblos originarios de Abya Yala, principalmente de las mujeres y niñas cuyos derechos y libertades han sido históricamente avasallados por los estados.
Hace eco del lema quechua de los pueblos originarios, Sumak Kaway (Buen vivir), para pensar que el “progreso” y el bienestar en América Latina necesariamente debe ser pensado alejado de los ideales liberales que impone el modo de producción capitalista. De la misma manera, el “Buen vivir” de las mujeres y disidencias debe ser pensado desde una mirada interseccional, que conjugue el género, la clase y la raza, y otras aristas que nos constituyen como sujetos.
Los sentidos que se construyen en el mundo artístico, no son inocentes ni banales, sino que son miradas políticas del mundo, ya sea para legitimar y naturalizar las desigualdades de género y sociales, o de modo contrario, el arte puede ser puente para construir sentidos críticos y liberadores acerca de la opresión hacia las mujeres latinoamericanas.
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