El 16 de septiembre de 1976, un grupo de jóvenes estudiantes secundarios de la ciudad de La Plata fueron secuestradxs violentamente por miembros de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. A 47 años de lo que se llamó La Noche de los Lápices, seis de aquellxs estudiantes aún continúan desaparecidxs.
Francisco López Muntaner y María Claudia Falcone, ambxs de 16 años; Claudio de Acha y Horacio Ángel Ungaro, de 17 años; Daniel Alberto Racero y María Clara Ciocchini, de 18, fueron desaparecidxs y asesinadxs. Al igual que aquellos jóvenes platenses, cientos de estudiantes secundarios sufrieron el mismo destino y hoy engrosan la lista de los 30.000 argentinxs desaparecidxs en nuestro país.
De aquel grupo sobrevivieron Pablo Díaz (19 años), Patricia Miranda (17 años), Gustavo Calotti (18 años) y Emilce Moler (17 años), quienes, entre otras tantas víctimas, dieron cuenta de las torturas y vejámenes de aquella cacería humana.
La mayoría de aquellxs jóvenes militaban en la Unión de Estudiantes Secundarios de la capital provincial y un año antes, habían participado de una marcha en reclamo por el boleto estudiantil secundario. Por esto, cada 16 de septiembre se conmemora el Día de los Derechos de lxs Estudiantes Secundarios, en recuerdo de aquella lucha.
La Noche de los Lápices constituye un hecho emblemático, que da cuenta de la criminalidad de un Estado terrorista, y muestra de lo que significó el secuestro y desaparición de estudiantes durante la última dictadura cívico militar en nuestro país, y sus efectos en nuestra sociedad.
A 40 años de la recuperación democrática, nos encontramos atravesando un contexto político y social previo a las elecciones presidenciales, con candidatxs que avalan y defienden el accionar de las fuerzas armadas durante el último gobierno de facto, el silencio que mantienen sobre el destino de las personas que aún hoy continúan desaparecidxs y el paradero de lxs niñxs apropiados que no han podido recuperar su identidad, que apoyan la represión como política de estado, y que utilizan el discurso sobre la libertad para justificar los procesos de concentración de la riqueza en los sectores económicamente más poderosos, fortaleciendo la desigualdad social y pretendiendo censurar el derecho a la protesta.
En este contexto la UNA recuerda a las víctimas del terrorismo de estado, y repudia los discursos de odio que buscan enfrentar a la sociedad, así como todo acto de negacionismo, reivindicación y propaganda a favor de los asesinos juzgados y encarcelados bajo el Estado de derecho. Asimismo, niega enfáticamente la teoría de los dos demonios. El terrorismo durante la dictadura, fue producido por las fuerzas del Estado, que con su accionar buscó barrer las luchas del pueblo al que debía cuidar, con la finalidad de dejar allanado el camino para alcanzar los objetivos económicos de la rama ideológica que dio lugar al período más nefasto y sangriento de nuestro país.
La construcción de la memoria es un proceso colectivo y permanente, es por eso que debemos alentar a lxs jóvenes a conocer y recordar los hechos, a contribuir con el debate histórico, con la reflexión y el cumplimiento de los principios democráticos. La violencia y la represión como política de estado no deben ser aceptadas jamás.
El mejor homenaje para aquellxs estudiantes de “La Noche de los Lápices” es mantener viva la memoria, para que no se vuelva a repetir nunca más.
De aquel grupo sobrevivieron Pablo Díaz (19 años), Patricia Miranda (17 años), Gustavo Calotti (18 años) y Emilce Moler (17 años), quienes, entre otras tantas víctimas, dieron cuenta de las torturas y vejámenes de aquella cacería humana.
La mayoría de aquellxs jóvenes militaban en la Unión de Estudiantes Secundarios de la capital provincial y un año antes, habían participado de una marcha en reclamo por el boleto estudiantil secundario. Por esto, cada 16 de septiembre se conmemora el Día de los Derechos de lxs Estudiantes Secundarios, en recuerdo de aquella lucha.
La Noche de los Lápices constituye un hecho emblemático, que da cuenta de la criminalidad de un Estado terrorista, y muestra de lo que significó el secuestro y desaparición de estudiantes durante la última dictadura cívico militar en nuestro país, y sus efectos en nuestra sociedad.
A 40 años de la recuperación democrática, nos encontramos atravesando un contexto político y social previo a las elecciones presidenciales, con candidatxs que avalan y defienden el accionar de las fuerzas armadas durante el último gobierno de facto, el silencio que mantienen sobre el destino de las personas que aún hoy continúan desaparecidxs y el paradero de lxs niñxs apropiados que no han podido recuperar su identidad, que apoyan la represión como política de estado, y que utilizan el discurso sobre la libertad para justificar los procesos de concentración de la riqueza en los sectores económicamente más poderosos, fortaleciendo la desigualdad social y pretendiendo censurar el derecho a la protesta.
En este contexto la UNA recuerda a las víctimas del terrorismo de estado, y repudia los discursos de odio que buscan enfrentar a la sociedad, así como todo acto de negacionismo, reivindicación y propaganda a favor de los asesinos juzgados y encarcelados bajo el Estado de derecho. Asimismo, niega enfáticamente la teoría de los dos demonios. El terrorismo durante la dictadura, fue producido por las fuerzas del Estado, que con su accionar buscó barrer las luchas del pueblo al que debía cuidar, con la finalidad de dejar allanado el camino para alcanzar los objetivos económicos de la rama ideológica que dio lugar al período más nefasto y sangriento de nuestro país.
La construcción de la memoria es un proceso colectivo y permanente, es por eso que debemos alentar a lxs jóvenes a conocer y recordar los hechos, a contribuir con el debate histórico, con la reflexión y el cumplimiento de los principios democráticos. La violencia y la represión como política de estado no deben ser aceptadas jamás.
El mejor homenaje para aquellxs estudiantes de “La Noche de los Lápices” es mantener viva la memoria, para que no se vuelva a repetir nunca más.