Argentina vivió ayer un día histórico. Más de dos millones de personas salieron a la calle a manifestar su apoyo a la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. La media sanción -que había sido aprobada en Diputados el último el 13 de junio- no fue ratificada en la Cámara Alta. Pese al rechazo al proyecto de Ley por el Senado de la Nación por 38 votos contra 31, la transformación cultural que se produjo en los últimos cuatro meses que duró el tratamiento de la legalización del aborto constituye una victoria impensable hace solo un año atrás.
En este sentido, no hay más que reivindicar las ganancias de esta experiencia e itinerarios recorridos en la tarea de lograr la igualdad y autonomía sobre el cuerpo de la mujer. Los debates en el Parlamento reafirman la concepción de la política como herramienta de transformación y fortalecen los procesos organizativos como vía para generar una correspondencia entre las demandas de la ciudadanía y sus representantes.
Por ello, y a pesar del resultado adverso, la UNA celebra la lucha. Porque el enorme y heterogéneo movimiento de mujeres se visibilizó en las calles como colectivo organizado. Porque logró instalar para amplios sectores de la ciudadanía que el eje de la discusión no era “a favor” o “en contra”, sino “legal” o “clandestino”. Porque miles de jóvenes se embanderaron e hicieron suya una demanda considerada como una “deuda de la democracia”. Porque visibilizar el tema y habilitar su discusión permitió narrar en primera persona la realidad de una práctica vivida por miles de mujeres, volver públicas y debatibles las consecuencias de su clandestinidad y discutir los alcances de su penalización.
Hoy más que nunca es necesario continuar la lucha con alegría, porque la calle es un lugar de encuentro y porque la organización de las mujeres siempre ha empujado los horizontes de lo posible para hacer de este un mundo más vivible y habitable, más justo e igualitario para todas y todos.
Solo cuestión de tiempo. Más temprano que tarde, el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, será ley.
Somos Invencibles porque nunca nos rendimos.
Por ello, y a pesar del resultado adverso, la UNA celebra la lucha. Porque el enorme y heterogéneo movimiento de mujeres se visibilizó en las calles como colectivo organizado. Porque logró instalar para amplios sectores de la ciudadanía que el eje de la discusión no era “a favor” o “en contra”, sino “legal” o “clandestino”. Porque miles de jóvenes se embanderaron e hicieron suya una demanda considerada como una “deuda de la democracia”. Porque visibilizar el tema y habilitar su discusión permitió narrar en primera persona la realidad de una práctica vivida por miles de mujeres, volver públicas y debatibles las consecuencias de su clandestinidad y discutir los alcances de su penalización.
Hoy más que nunca es necesario continuar la lucha con alegría, porque la calle es un lugar de encuentro y porque la organización de las mujeres siempre ha empujado los horizontes de lo posible para hacer de este un mundo más vivible y habitable, más justo e igualitario para todas y todos.
Solo cuestión de tiempo. Más temprano que tarde, el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos, será ley.
Somos Invencibles porque nunca nos rendimos.